En la revolución francesa, el 14 de Julio de
1789, la burguesía se vio apoyada por un gran sector explotado por la nobleza,
los campesinos, que en medio de una agitada multitud revolucionaria formada por
hombres y mujeres, saturados de injusticias y de hambre, se dirigen
violentamente a la Bastilla, símbolo del régimen absolutista, donde funcionaba
como cárcel de los opositores al sistema de gobierno, y la toman por la fuerza.
Esta demostración atemorizó a los partidarios del antiguo sistema, y sirvió
para inclinar la balanza en favor de los revolucionarios, desplazando así del
poder a los nobles y partidarios del absolutismo.
Paralelamente se produjo en las zonas rurales
levantamientos de los campesinos contra los señores feudales, lo cuales fueron
asesinados, y sus castillos saqueados e incendiados. A este movimiento social
por la justicia y fraternidad de los hombres en 1789, se lo conoce como el Gran
Miedo”. Más tarde, el movimiento feminista, supera el término fraternidad que
atendía a los derechos del hombre, acuñando el término solidaridad que propicia
la igualdad entre los géneros.
Dos siglos y fracción después nos llega la
revolución francesa para las personas con discapacidad, esta revolución, no
concretó ningún levantamiento sangriento para establecer la carta de los
derechos humanos de las personas con discapacidad, y esa revolución de ideas
nos heredó la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad.
Esta Revolución, más cercana a los ideales del
Mahatma Gandhi, se hizo con las reglas de las democracias del Siglo 21 y
teniendo como escenarios la globalización y la internacionalización. Esta
revolución permite seguir haciendo, seguir ampliando los fundamentos de
participación, para consolidar los procesos democráticos, para transformar las
sociedades del Siglo 21 y, por supuesto, para mejorar la calidad de vida de las
personas con discapacidad, JUNTO A LOS DEMÁS, CON LOS DEMÁS, bajo la consigna,
“NADA DE NOSOTROS SIN NOSOTROS”. La consigna no es nueva, no es exclusiva de
las personas con discapacidad, responde
a diversos colectivos en distintos momentos de la historia, pero lo que es
claro es que es una consigna política, sí, política, del griego polis. Sí,
polis, ciudad, ciudadanía.
La CDPD es la carta de nuestros derechos
ciudadanos, y nos faculta como sujetos jurídicamente reconocidos, haciendo
énfasis en la importancia de la participación de los niños, niñas y mujeres con discapacidad, en la adopción de
decisiones.
Pero… ¿a qué nos enfrentamos? Los distintos
Estados e instituciones públicas y privadas, aglutinan a las personas con
discapacidad homogenizando nuestras necesidades, des focalizando así, los
derechos de los niños, niñas y mujeres
con discapacidad, y aquí la oportunidad que nos presenta la agenda 20-30 para
focalizar nuestras demandas y el cumplimiento de nuestros derechos desde la diversidad
de condiciones que implica la vida humana.
Parece ser pues, que como sucedió en la
revolución francesa para definir la forma de gobierno, la alta burguesía apoyó
a los girondinos, oriundos de la provincia de La Gironda, que querían llegar a
un acuerdo con la monarquía e instaurar una monarquía constitucional, es decir,
tenía una actitud moderadora respecto a los cambios políticos.
Lo mismo nos está sucediendo a las personas
con discapacidad, los distintos Estados, instituciones públicas y privadas
están realizando cambios superficiales para “incluirnos”, sin embargo, desde
que esa carta de nuestra ciudadanía (la CDPD) plasma el reconocimiento de
nuestra capacidad jurídica; las
sociedades en su conjunto deben realizar cambios profundos, a prácticas
consuetudinarias, decretos y normativas que hoy día, no garantizan nuestra
inclusión en igualdad de oportunidades.
Y entonces, las personas con discapacidad
estamos siendo como los jacobinos, en la revolución francesa, éstos tenían ideas más revolucionarias y de
cambios radicales, con tendencia a la instauración de una república
democrática, con derechos a la participación política y con la aplicación de
medidas más equitativas para la repartición de la riqueza y la lucha contra el hambre
popular.
Entonces, nosotros, los jacobinos de la
discapacidad, estamos incidiendo por desconformar Repúblicas instauradas, que
no han reconocido nuestro ejercicio ciudadano, que siguen sin entender que
somos únicamente nosotros los que podemos hablar por nosotros, y que en este
ejercicio ciudadano, le apostamos a la adopción de nuestras decisiones en todos
losespacios de la vida humano, respetando las diferencias, ubicando como
epicentro de las decisiones a los niños, niñas, mujeres y hombres con
discapacidad.
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