Hoy me desperté con dilemas, a eso de
media mañana sonreí, pero minutos después, entendí, que solemos estar siempre
en manos de alguien, y que nos puede impulsar, o lanzar al vacío.
Sigo creyendo que no somos tan centro,
ni estamos al contorno, el amor, la vida, los sucesos, el trabajo y todo lo
demás, siempre, siempre tendrán que verse y leerse desde el centro y el
contorno.
Beso al aire Cuervo, pues tus letras
alivian el alma,
Dan refugio a los dilemas necesarios,
innecesarios,
justos e injustos. Dilemas que crecen,
que profundizan,
dilemas que muchas veces cercenan.
Centro y contorno
Puede que cierto día sienta uno un
cosquilleo,
Una inquietud, una separación, un
remordimiento,
Un descuadre entre lo que se tiene
adentro,
Y lo que el exterior permite que
mostremos.
Puede que cierto día se piense sólo en
recuerdos,
Se actúe sin tener en cuenta ya los
deseos,
Se camine con pies cansados en caminos
ajenos,
Se mire por mirar todo lo que va
sucediendo.
Puede que cierto día uno no comprenda ya
al silencio,
La soledad se trueque en agobios y en
desaciertos,
La voz aturdida hable ya sin ningún
nervio,
Lo que somos se evapore por reflejarnos
en múltiples espejos.
Puede que cierto día del instinto ya
sólo quede mansos restos,
del orgullo ideales desgarrados por
intentar tapar demasiados agujeros,
de la pasión un sueño vago entre noches
llenas de desvelos,
de la fuerza simples palabras amoratadas
por no parar de protegernos.
Puede que cierto día uno no deje ya de
compararse,
de igualar esencias distintas y luego
comprobar el desgaste,
de forzar las apariencias para ocultar
lo que realmente se hace,
de estar sin estar para más tarde
autoarrinconarse.
Puede que cierto día la parte sucumba al
todo,
lo que antes era iniciativa ahora se
vuelque en saco roto,
las relaciones se conviertan en excusas
para no estar solos,
entre el tú y el yo el segundo sea el
que muera poco a poco.
Y puede que cierto día uno se canse ya
de todo esto,
contemple en la medida justa sus
defectos y excesos,
interiorice que “el mal ajeno” es una
consecuencia de ellos,
lo que me afecta del otro es el afecto
que yo mismo me niego.
Y puede que cierto día uno aprenda a
controlar sus sentimientos,
elija su estado de ánimo sin depender
continuamente de terceros,
seleccione lugares, personas,
situaciones, reglas del juego,
y aprenda a gritar sin vacilar: es aquí
donde yo me quedo.
Y puede que cierto día uno no tema más
al miedo,
lo que cuente de algo es el simple hecho
de conseguir hacerlo,
lo que queda al final es la imagen de
este último intento,
y el contorno se estrecha a medida que
uno expande el centro.
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